domingo, 13 de septiembre de 2009

LA CAZUELA DE BARRO


Gregorio como cada sabado iba con su mujer a comprar. Comprar al mercado no era justamente su deseo favorito y menos cuando para ello tenia que coger el coche. 3 kilometros distanciaban Villaarriba de Villaabajo pero, el transporte público era casí inexistente en fin de semana y no le quedaba alternativa. Tenia que acompañarla sin remedio, ni excusa.

Al salir de casa antes de disponerse a coger el coche se acerco doña Aurelia. Una vecina de toda la vida que vivia puerta con puerta, justo al lado de ellos.

-¿Gregorio que vais al mercado?-

-Si Aurelia ¿que quieres venir con nosotros al mercado?-

-No, gracias. Simplemente queria pediros si me podiaís comprar una cazuela de barro. El domingo tengo invitados y la que tenia se me rompio el otro dia.-

-No te preocupes. Claro que te la compramos.¿Como de grande quieres que te la traigamos?-

-Si os va bien para unas doce personas.-

-Hecho luego te la llevamos a casa.-

-Venga púes gracias y despúes nos vemos y te la pago.-

Así que dicho y hecho. Aurelio y su esposa arrancaron hacia el pueblo con el encargo de la vecina. A la llegada Villaabajo se encontraron el mercado repleto de gente, solo era mercado semanal. Y esto también se hacia notar por la cantidad de tiendas y paradas que se conglomeraban de todos los alrededores de la comarca. Disponian de poco tiempo, no habían madrugado tanto como otros sabados. Así que se pusieron manos a la obra y se repartieron las compras para ir más deprisa y acabar en la mitad de tiempo. Una vez finalizadas las cargaron en el coche y cogieron otra vez camino a Villarriba. Cuando salieron del pueblo Gregorio recordo el encargo de la vecina y le pregunto a su mujer si la habia comprado la cazuela de barro y esta le contesto:

-¿Pensaba que eras tú quien habia recogido el encargo?-

-Púes la verdad es que si pero con las prisas no me he recordado-

-Bueno, que haremos le diremos que no nos hemos acordado y supongo que no se lo tomara a mal.-

-Sabes, tengo una idea. Le decimos que se nos a roto por el camino y así no se enfadara seguro. Ya veras....-

Asi quedaron de acuerdo marido y esposa.

A la entrada del pueblo como si les hubiera leido el pensamiento de su llegada, les esperaba doña Aurelia. Con una sonrisa de bienvenida estaba apoyada a su puerta esperando que aparcara el Gregorio.

-¿que me habeis comprado la cazuela de barro?-

-La verdad Aurelia es que cuando la disponiamos a poner dentro del coche hemos tenido la mala suerte de que se nos ha caido y se nos a roto. He salido corriendo para ver si encontraba abierta la tienda pero, cuando he llegado estaba cerrado.-

-Vaya que mala suerte. Es una pena pero, bueno dentro de lo malo, menos mal que no la he pagado, sino hubiera perdido el dinero...-

-Y nosotros de no haberla comprado sino, también parece ser, que lo hubieramos perdido........-

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