viernes, 25 de marzo de 2011

LA DECISIÓN



Anna se encontraba sentada en el anden. Esperando como siempre al puntual tren que le llevaba al trabajo. Tranquila y sosegada miraba su reloj mientras, oía el ruido del convoy que llegaba a través de la oscuridad del túnel.
-Puntual, siempre puntual.-
Se decía así misma como reconociendo una virtud ajena como suya propia. Y se levanto mirándolo, frente a frente, con un cierto desafío. Agarro su abrigo y una pequeña maleta que llevaba consigo y marcho decididamente a su encuentro.
La gente se agolpaba delante de la puerta llevando un cierto orden, entre entradas y salidas. Y al final le toco su turno y pudo entrar entre vaivenes y sacudidas. Miro hacia atrás como si se hubiera olvidado algo y comenzó a recordar todo lo que había hecho desde que le había tocado el despertador para levantarse.
Preparar el café, desayunar, ducharse, dejar algo de desayuno preparado a su marido. Comenzar la comida del mediodía, recoger la ropa colgada del día anterior, arreglarse para salir a trabajar, despedirse de su marido a un dormido, etc….
No se había olvidado de nada, incluso de escribirle una nota, recordándole que pusiera en el horno la comida al mediodía. Que él seguramente ni se daría cuenta al llegar.
Miro hacía adelante y su mente y su pensamiento comenzaron a divagar. Se dio cuenta que su vida era una rutina siempre la misma rutina. El mismo tren, las misma caras cada mañana, los mismos saludos en el trabajo. Todo era siempre igual. Pero hoy sería diferente, era su primer día de vacaciones y su marido no lo sabía. Al lado de la nota le había escrito una carta que le explicaba las razones de su huida. Posiblemente tardaría horas en darse cuenta que no era un recibo del banco. Una gran ventaja para ella por que necesitaba tiempo, mucho tiempo para recomponer su vida, para comenzar de nuevo. Y en aquel vagón como cada mañana, es donde comenzaría el camino….Mientras se cerraban las puertas y se abría la esperanza….