jueves, 15 de enero de 2009

ESE ÚLTIMO PLACER


Muchas veces nos preguntamos como nos hacemos mayores y con que velocidad nos pasa el tiempo y la edad. Sin darnos cuenta muchas veces que en lo simple de algunos de los momentos que vivimos esta el chip de la vida. Ese momento único que cuando nos falta sin darnos cuenta se nos va un placer ,de la vida, de la nuestra propia


Hace tiempo conocí un señor, un señor peculiar, más bien que por su tipológia, que era de lo más normal y corriente, era por su edad ,que era de 95 años... Su historia comienza....con....


Mariano estaba sentado en la consulta del centro de asistencia primaria. Con un palillo en la boca esperaba el momento de la entrevista, no se sabia, si por nerviosismo de la cita, o simplemente, por su edad. El objeto en cuestión que mantenia suspendido en la boca , un palillo, que temblaba como las agujas de un sismografo, se movia a gran rápidez.


Se abrio la puerta de la consulta y de su interior una enfermera pronuncio su nombre. Mariano se levanto del asiento y se encamino hacia el interior de la habitación , su turno al que habia esperado un largo rato llego por fín. Una vez dentro despúes de pedir con todo el respeto del mundo si podia pasar, se sento delante de la doctora. Y espero la pregunta:


- ¡Hola! Que tál? Que le trae Sr. Mariano?-


- Púes usted vera doctora, que llevo unos dias con un poquito el pecho cargado y la verdad venia a ver si me podia recetar un medicamento o así-


La doctora lo escucho atentamente y cuando le iba a preguntar el hombre le comento:


- Doctora, si mi mal es por culpa de medio cigarrillo que fumo al mediodia, lo dejo la verdad sea dicha, pero la realidad és el único placer que me queda como usted comprendera y la verdad me costara un poquito.-


La doctora lo escucho y poco despúes le hizo dos preguntas más y lo exculto y llego a la conclusión.


- Señor mio, usted esta como un roble, no se preocupe usted que con 95 años, todo lo contrario a su edad se le pueden permitir todos los placeres y alguno más si la naturaleza lo permite.-


La doctora le receto un jarabe y el hombre salio, despúes de evidentemente con toda la educació del mundo dar las gracias a la doctora.


Dos calles más abajo del centro medico me lo encontre sentado en un café saboreando su cortado y dandole dos pipadas a ese cigarrillo que cariñosamente guardaba para esos momentos de placer.


Larga vida al Sr. Mariano

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