sábado, 14 de noviembre de 2009

EL PAYASO


En Charlie era un artista, un profesional de la comedia, un verdadero payaso. Que el circo le habia dado todo lo que que tenia en la vida y tambièn se la había quitado. En el centro de la pista, entre aplausos y vitores se encontraba solo. En un mundo que en ese momento desconocìa a pesar de los muchos años de profesiòn que llevaba.



-Vamos Charlie la gente te esta esperando no les defraudes....-



Le habìa comentado el director del circo minutos antes de su salida. Mientras golpeaba la puerta.



-No pienses màs, el mundo és tuyo.-



Y Charlie despùes de abrir la puerta salio mirandole con los ojos vidriosos. La funciòn habìa comenzado y el circo no podia parar. De nuevo salio ante su público, ese pùblico que durante años le habìa empujado al estrellato, y que nuevamente le empujaba con fuerza como si de alguna forma intentara devorarle sus emociones para hacerselas suyas.



Nadie recordaba su dolor, ni si quiera recordaban la notica que tantos medios de comunicaciòn habìan publicado y retransmitido en los dias anteriores. Solo èl, en el centro de la pista la recordaba mirandoles uno a uno como si intentara encontrar entre él público a ese hijo perdido.



De repente su mirada se paro delante de un niño, no lo habìa visto nùnca pero le recordaba a su pequeño. Los dos se miraron mutuamente y Charlie no daba credito a lo que veia. Era tan parecido, tan igual. Que incluso la madre de este, se dio cuenta del espejismo que èl dolido payaso estaba teniendo. Entonces cogio a Esteban que así se llamaba y le dio un ramo de flores para que se lo acercara. Y cuando ambos estuvieron, frente a frente, Charlie se dio cuenta que su visión habìa sido ficticia y con una sonrisa supo a agradecer a la mujer el detalle que habìa tenido con èl.


Solo una persona que habìa sufrido una desgracia similar, podìa darse cuenta de lo que le habìa sucedido a èl. Y se volvieron a mirar, dandose cuenta cada uno de ellos, que entre sus ojos una lagrima, resbalaba por sus mejillas. Una lagrima que caia en la arena.


Mientras el director del circo le volvia a presentar:


-Con todos nosotros....¡¡¡¡¡¡¡Charlie, el magnifico!!!!!!-


Y entonces se dio cuenta que las penas y el dolor pueden esperar.....por que el circo....sin duda....... debia continuar.....

3 comentarios:

Alhena dijo...

No hay dolor comparable al que se siente con la pérdida de un hijo.
Triste historia que pone de manifiesto la profesionalidad de algunos seres, el dolor puede esperar.

Muy bonita. Un abrazo.
Alhena.

Nuria Gonzalez dijo...

En este caso el dolor le ha dado la fuerza suficiente para continuar porque un artista es capaz de superar emociones para el resto de los mortales imposibles.

Bonito relato, me ha enternecido.
Besitos guapo

Patrícia Montañés dijo...

Qué duro... y que triste. Pero tan cierto..! Perder a un hijo debe ser demasiado doloroso... Aunque, como dice Charlie, el espectáculo debe continuar!